sábado, 18 de agosto de 2012

Vivirá para siempre


19 de agosto 2012 - 20º domingo tiempo ordinario
"El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí"
Seguimos con el texto de Juan. 
Quiero reflexionar sobre él como si fuera la primera vez que lo escuchara.
Le he escuchado tantas veces que me resulta difícil... Tal vez porque mi vida cristiana, como seguidor de Jesús de Nazaret, ha estado impulsada y dirigida en una única dirección.
"Pan vivo bajado del cielo", es decir Jesús (hijo de Dios) que ha venido a salvarnos.
"El que coma de esta pan vivirá para siempre". Traducido: el que reciba la eucaristía, la comunión, se salvará.
"El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". La eucaristía (verdadera carne de Jesús, hijo de Dios) da la vida al mundo, le salva.
A partir de ahí, toda la reflexión nos llevaba a la "adoración" de la eucaristía, a la práctica de ir a misa, a la confianza y seguridad de que si voy siempre a misa y recibo la eucaristía me salvaré...

Me pregunto si no hemos simplificado todo y hemos puesto toda nuestra meta en nuestra propia salvación, en la vida eterna (la del más allá), en el grupo de los elegidos (la iglesia, los bautizados, los cristianos), en los que se crían dentro de la institución.
¿Realmente hablaba Jesús de eso? ¿Se estaba refiriendo al sacramento de la eucaristía?
En el contexto de la discusión y explicación a aquellas gentes de su tiempo, de verdad, ¿Jesús de Nazaret les está proponiendo la creación de una nueva religión, de unos ritos, de unos dogmas, de unos sacramentos "mejores" que los que ofrecía la religión de sus padres?
Cuando habla del "pan bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron...", qué es lo que quiere decir?

Todas las explicaciones que he escuchado a lo largo de mi vida, y ya son muchos años, tomaban estas palabras así al pie de la letra. Estaba tan claro...
Sin embargo, hoy en día, dudo que sólo valga esa explicación. Como que no me cuadra.
Si el tema central de su vida, de sus palabras, de su estilo... es la buena noticia del reino de Dios, también el tema de hoy debe ir en la misma dirección.
Jesús que habla del "pan vivo bajado del cielo", es el mismo que insiste en el cambio de vida, en que lo importante es la compasión y la ternura; el que insiste que sin la solidaridad y la justicia hacia el hermano, no hay salvación; que no hay práctica de rezos, ritos, ceremonias o discursos que te sirvan de nada si no haces la voluntad de Dios, nuestro padre...
"Pan vivo bajado del cielo"... tal vez habla de alguien (él mismo, por ejemplo), pero también del hermano, del humilde, de menesteroso, de desvalido, del despreciado y olvidado... en el que Dios se hace presente, se encarna. Y si no sabemos acogerlo... simplemente "no nos conoce".
Porque todo el cambio que propone Jesús de Nazaret es de nuestra humanidad, de nuestra vida aquí y ahora. No creo que sea una propuesta para mi "salvación" individual...

Y ahí viene lo fuerte de la afirmación de Jesús: "El que come este pan vivirá para siempre".
Vivir y para siempre.
Como ya lo hemos experimentado todos, es una afirmación que nos desborda. Nuestra vida y la de todas las personas que conocemos (comenzando por las más cercanas y queridas) comienza y termina. Ninguna dura para siempre.
Jesús también lo sabía y lo había experimentado: Vuestros padres, que lo comieron y murieron... Entonces ¿les está diciendo que si lo comen a él... ya no morirán?
Los seguidores, sus discípulos, también experimentaron la muerte, incluida la de Jesús en la cruz. ¿De qué hablaba entonces?
¿Hablaba de la vida después de la muerte? ¿Se refería al premio que nos dará al final si nos portamos bien? ("yo le resucitaré en el último día")
Lo siento mucho; pero a mí me parece que eso es como una huida hacia el futuro del que no sabemos nada y nadie puede decirnos nada. Además que eso no implica mi estilo de vida, mi actuación de ahora, mi relación con los hermanos...
Me inclino a creer que esa vida para siempre está más de acuerdo si "al convertirme y darme la vuelta" comienzo a vivir al estilo de Dios, dando prioridad a la compasión y ternura, a la solidaridad y justicia, a tener los ojos abiertos para descubrir a Dios, nuestro padre, que se esconde en esos más pequeños y necesitados... Al comenzar a vivir así hago que mi vida se transforme en la Dios, me encamino a él, vuelvo a mi raíz (de donde salí) y unido a él mi vida no termina, se expande hacia los demás y me hace sentir ya la chispa misma de Dios.

Hace ya un tiempo, leyendo a José M. Castillo ("La Humanización de Dios"), me llamó la atención  el capítulo que dedica a "Jesús y la comida". Habla de la comida y la comensalía en los evangelios... Jesús de Nazaret era un especialista: las comidas, el compartir, el celebrar... con todos (pecadores, prostitutas, gentes de mala fama). Siempre había un motivo y una ocasión. También su despedida. Y también su manera de enfocar el estilo nuevo de vivir...
Nosotros, en la iglesia, no hemos hecho tan espiritual que "la comida y la comensalía (compartir la comida)" se han reducido a esa especie de oblea que no sabe a nada.
¡Qué lejos estamos!
Creo que visto desde este otro punto de vista andaremos más cerca de lo que Jesús nos quería decir.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,51-58):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí: « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? »
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

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